Del sueño a la pesadilla americana

Concluida la Segunda Guerra Mundial se hizo creer al mundo que se iniciaba el tránsito hacia una paz verdadera y permanente; por lo que, 1945 se convirtió en un año crucial para el análisis de la geopolítica internacional de la segunda mitad del siglo XX, no solo por la finalización de dicho conflicto bélico o por la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sino porque, del 4 al 11 de febrero de ese año se produjo la reunión de Yalta, Crimea, en la cual Franklin Delano Roosevelt, Wiston Churchill y José Stalin, se pusieron de acuerdo para "repartirse el mundo".

En 1948 se inició la "Guerra Fría". La Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), fue el órgano a partir del cual el bloque capitalista de occidente trazo sus estrategias para la dominación mundial; mientras que, por su lado, Stalin sovietizaba Europa oriental. Se "afirmó" el establecimiento de un mundo bipolar.

A partir de 1989 comienzan a producirse cambios que determinaron el ocaso de la "Guerra Fría" y, por ende, de la bipolaridad mundial. El final de la Doctrina Breszhnev, la perestroika y el derrumbe del muro de Berlín, presagiaron la conformación de un mundo nuevo, determinado por el triunfo del neoliberalismo.

Una gran incertidumbre se apodero de las fuerzas progresistas del universo. Algunos creyeron que todo estaba perdido. Que con la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética la utopía de edificar una sociedad no capitalista, llegaba a su fin. El capitalismo lucía triunfante. El mundo se hacía unipolar. Sus principales teóricos le hicieron creer al mundo que hasta el sol giraría en torno suyo. Francis Fukuyama, con su libro el Fin de la Historia, fue presentado como el "nuevo paradigma" del pensamiento universal. La definición de Wallerstein del capitalismo como sistema mundo era constatada.

Sin embargo, treinta años después, de manera paradójica, en la Rusia "neoliberalizada", el "socialismo ruso" no ha muerto. Es verdad que, en el socialismo soviético hubo excesos, se cometieron errores. En un socialismo verdadero no tiene cabida el Gulag; la burocracia estatal no puede sustituir al pueblo como sujeto fundamental de ese modelo de sociedad. Pero de allí, a negar el éxito del tránsito de una Rusia feudal a una Rusia moderna resulta, por decir lo menos, un desconocimiento de la realidad. La conformación de una potencia, no es un acto de magia. Es un proceso, largo y con muchos obstáculos a vencer. Y, hoy, nadie puede negar que la Confederación Rusa es una de las más grandes potencias del mundo. Fortaleza que no fue construida de la noche a la mañana, sino que, es el resultado de un modelo de desarrollo que se fue fraguando con el tiempo. Corrigiendo errores y diseñando las bases de un nuevo paradigma.

El neoliberalismo "triunfante" hizo creer que la Alemania unida, habría de convertirse en una gran potencia. La Unión Europea, al igual que Alemania, tampoco ha logrado satisfacer las expectativas creadas, muy por el contrario, la profunda crisis que vive esa región, queda demostrada en sus indicadores macroeconómicos y los déficits sociales en rojo intenso que presenta. Una de las mayores críticas que se le hace está referida al hecho de que en la Unión Europea se condena a quienes cuestionan el modelo neoliberal por ser el causante de las desigualdades sociales existentes; mientras que, buena parte de sus gobiernos conviven gustosamente con quienes están "resucitando" el nacismo, el fascismo y el falangismo.

Los Tigres Asiáticos, otrora modelos a imitar, se sostienen sobre bases frágiles en su funcionamiento estructural. Y, en el caso latinoamericano, el derrumbe de los milagros mexicano, argentino y chileno son fiel testimonio del fracaso de las políticas neoliberales en la región.

El neoliberalismo ha sido impuesto a través de la utilización de la mentira y el terror como estrategias políticas. Sus principales voceros han hecho del cinismo su conducta predilecta. En su afán por adueñarse del mundo, el neoliberalismo ha recurrido al uso de estos mecanismos con la pretensión de dar muerte a la esperanza, al sueño, al deseo de vivir mejor de los pueblos.

A través de los más variados métodos y técnicas de comunicación ha logrado establecer un imaginario para hacer creer que no existe sino un solo camino, el suyo; un camino cerrado, por tanto, quien no lo adopte para sí, se coloca al margen de su institucionalidad; convirtiéndose, de tal manera, en "enemigo de la democracia", y recibirá los más variados y soeces calificativos para ser estigmatizado y condenado por la comunidad internacional.

El terror es utilizado por el neoliberalismo como un arma ideológica, política y militar, para establecer su poder hegemónico. Éste, ha sido institucionalizado de tal forma, que podemos hablar del terrorismo de Estado.

En la antigüedad el cinismo fue concebido como una corriente filosófica disidente del pensamiento Socrático (Sócrates, 470-399 a.C). Antístenes (445-365 a.C) y Diógenes (413-323 a. C) son recordados como dos de sus principales exponentes. Los cínicos, a diferencia de los socráticos, consideraban que la sabiduría no residía en el conocimiento teórico; ya que, la vida virtuosa sólo era posible si el hombre alcanzaba su libertad.

Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), cinismo significa: "Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables. Impudencia, obscenidad descarada. Teniéndose, entonces, por cínico a una persona procaz, que muestra cinismo, desvergüenza en el mentir".

Los neoliberales se creen seres providenciales, se comparan con "David" exaltando su narcisismo. En su formación y en su vida, han sido influenciados por el nazismo, el fascismo, el falangismo y el sionismo.

Se han educado en instituciones ultraconservadoras, de extrema derecha. Lo cual ha determinado que, su inconsciente cultural haya sido invadido por una serie de conflictos neuróticos generados por la creencia de poder vivir en un modelo de sociedad irreal, inexistente.

De allí su psicotísmo, su creencia de que su realidad es la realidad real, de que su verdad es la verdad verdadera; su tendencia a pensar que quienes no comparten sus creencias son seres anormales, ya que los únicos normales son ellos. El Yo sustituye al nosotros.

Es por eso que, la conducta política de los voceros del neoliberalismo está marcada por el desorden y el delirio, lo cual, los lleva a mentir sin límites. A creer que son los salvadores de la humanidad. La mentira la solapan. Para ello, utilizan los grandes consorcios de comunicación, las tecnologías de investigación y comunicación, la educación, entre otras instituciones. Por eso alguna gente cree sus mentiras.

"No tengamos la inocencia o ingenuidad de creer todo lo que nos dicen; tenemos que ser críticos. No tenemos la democracia, tenemos la plutocracia, el poder de los ricos. El poder real lo tiene el dinero, las multinacionales…", ha dicho José Saramago en una interesante reflexión.

Estados Unidos vive -desde hace algunas décadas- una profunda crisis estructural que ha trastocado todos los cimientos de su formación social y que, los sucesos del 11 de septiembre de 2001, pusieron en evidencia: la crisis presupuestaria, la enorme deuda externa y el descenso de su influencia geopolítica. Ya que: La caída de las torres es el acontecimiento simbólico mayor. Imagínense que no se hubieran desmoronado o que una sola se hubiera derrumbado: el efecto no habría sido el mismo. La prueba flagrante de la fragilidad de la potencia mundial no habría sido la misma.

Para el economista estadounidense Jeffrey Sachs: "Bajo la crisis económica americana, subyace una crisis moral: la élite económica y política cada vez tiene menos espíritu cívico. De poco sirve tener una sociedad con leyes, elecciones y mercados si los ricos y poderosos no se comportan con respeto, honestidad y compasión hacia el resto de la sociedad y hacia el mundo…" Crisis que, según el economista estadounidense, es el resultado de la descomposición ética del poder político de esa nación hegemónica.

Dicho esto, y de manera tan contundente, por quien se ha convertido en uno de los iconos de la ciencia económica de esa nación, desnuda la profundidad de dicha crisis; así como también, pone en evidencia el deterioro del poder hegemónico que Estados Unidos viene ejerciendo desde comienzos del siglo pasado.

Jeffrey Sachs, al hacer una valoración de la manera como han actuado los partidos Republicano y Demócrata, señala que hasta hace unas pocas décadas el interés político de los republicanos residía en el negocio petrolero; mientras que, los demócratas se esforzaban por controlar el poder financiero a través de Wall Street.

Ya que, ambos partidos se han entregado por completo a la búsqueda incesante de riquezas, lo cual ha dejado "… a los americanos exhaustos y privados de los beneficios de la confianza social, la honestidad y la compasión. Nuestra sociedad se ha vuelto despiadada, y las elites de Wall Street, de la industria petrolífera y de Washington son las más irresponsables de todas. Cuando entendamos esta realidad, podremos empezar a rehacer nuestra economía".

Estas afirmaciones de Jeffrey Sachs demuestran la profundidad de la crisis que hoy vive la sociedad estadounidense. Crisis que comienza a producirse a partir de la sustitución del welfar state por la entronización de la falacia del libre mercado.

Bill Clinton, presidente demócrata, quien asumió el poder 15 años después de Ronald Reagan, afirmaba que en Estados Unidos la hora de los gobiernos fuertes era cosa del pasado. Por lo que, durante su administración le otorgó un gran poder a Wall Street. De esta manera el "sindicato" del capital financiero estadounidense consiguió una mayor libertad de acción para ganar decenas de miles de millones de dólares al año en primas; lo cual, le costó al mundo decenas de billones de dólares en pérdidas financieras con la crisis del 2008.

El bienestar del ciudadano norteamericano, el cual era exhibido con tanto orgullo, llegó a su final. A partir de Ronald Reagan y hasta Donald Trump, el poder del imperio se trasladó de la Casa Blanca a las grandes corporaciones económicas.

El giro político emprendido, a partir de la llamada "revolución Reagan", impulsado a través de la "reducción de impuestos a las rentas más altas, limitación del gasto federal para programas civiles (al menos en lo relativo a la economía productiva), desregulación de las industrias clave, y subcontratación de los principales servicios del gobierno, condujo a un acelerado, y cada vez mayor, proceso de reducción en las inversiones gubernamentales en áreas como la educación, las infraestructuras, la energía, la ciencia y tecnología, y en otras áreas de mejora de la productividad,…"

Para Reagan, al igual que para sus continuadores, incluido Trump, la regulación es considerada una "intrusión en la propiedad privada", un "obstáculo para obtener rentabilidad a corto plazo".

Las políticas públicas son exitosas si sus resultados generan beneficios a los ciudadanos, si les permiten vivir mejor, alcanzar el welfare y, la "revolución Reagan", o mejor dicho la "Doctrina Reagan", condujo a lo contrario.

Algunos amigos y colegas, con quienes comparto reflexiones sobre estos temas, nos han expresado su opinión contraria acerca de algunas de las afirmaciones que hemos referido con respecto de la crisis que vive Estados Unidos. Señalan que la misma es una crisis económica de carácter coyuntural, por tanto, no debe ser considerada como una crisis general de la sociedad estadounidense.

El capital humano es el recurso más valioso que tiene toda sociedad. Y, no hay ninguna duda, Estados Unidos ha perdido buena parte de su fortaleza en esta área. Hoy día no tiene la hegemonía del liderazgo tecnológico.

La crisis de Estados Unidos es, entonces, más profunda, es estructural; por lo que, si no se restauran "los valores de la responsabilidad social, no puede haber ninguna recuperación económica significativa y sostenible". Por lo que, en el corto tiempo, para el gigante del norte, los años por venir están llenos de incertidumbre, lo cual presagia que pudiera verse envuelto en un caos de incalculables dimensiones. Con lo cual se constata que: el norte es una quimera.

Una variable que no puede subestimarse, a la hora de analizar la crisis que vive la cuna del Tío Sam, es la inevitable e irreversible pérdida de valor del dólar como moneda universal, a través de la cual se cuantifica la reserva mundial de las naciones. Y es que, la decadencia del dólar ha adquirido tal magnitud que, ya comienzan a realizarse transacciones financieras en otras monedas, o a través del sistema criptomonedas.

Situación a la cual pudiéramos agregarle la manera como Estados Unidos se relaciona con China, país que se ha convertido en el principal tenedor de bonos de esa potencia imperial. Relacionamiento en el que China ha hecho uso de una praxis de política económica no tradicional: les compra los bonos y a la vez introduce sus mercaderías lo cual ha hecho que, en buena medida, EEUU dependa del financiamiento chino.

Aunque, los últimos acontecimientos ocurridos entre ambas potencias indican que el encrespamiento de dichas relaciones cada día adquiere dimensiones más complejas. Situación que, para algunos analistas, presagia el inicio de una nueva "guerra fría".

Estados Unidos, sin ningún tipo de prueba, ha intensificado sus amenazas, sanciones y acusaciones de una naturaleza tal que, todo pareciera indicar, estamos en presencia de una ruptura de las relaciones comerciales entre ambos colosos. Nada es más incierto que el desenlace de esta confrontación.

Donald Trump ha dicho que. La relación con China está muy dañada, y su Secretario de Estado, Mike Pompeo, ha declarado el fin de la política de acercamiento entre ambas naciones, afirmó que "el mundo libre debe triunfar contra esta tiranía".

Gary Hufbauer, experto del Instituto Peterson de Economía Internacional, al respecto ha dicho que: "Para mí, eso significa que esta guerra va a durar al menos tanto como aquella o más incluso. Sé que no es una perspectiva muy bonita, pero es lo que veo…", considera, asimismo, que "como ocurrió en la Guerra Fría, ambos bandos van a buscar aliados para reforzarse, pero China tiene más habilidad para eso. Rusia atrajo aliados con la ocupación militar. Pekín no lo necesita, [el presidente chino] Xi [Jinping] está usando la economía para poner a otros países en su órbita".

La crisis que hoy vive Estados Unidos ha trastocado igualmente otros cimientos de la sociedad. Quizás, el más notorio de estos lo sea el acelerado empobrecimiento de la clase media. La población cuya edad oscila entre 40 y 60 años, después de perder su empleo, tiene grandes dificultades para reinsertarse a su condición de empleado. Situación que es mucho más grave en los sectores de menores ingresos, sobre todo en las comunidades urbanas pequeñas en donde, por su propia conformación, las posibilidades de conseguir empleo son menores. No exageramos si decimos que EEUU vive una bancarrota social. La cual pareciera no tener solución en el corto tiempo.

Para Noam Chomsky: "La desigualdad actual no tiene precedentes. En términos absolutos se trata de uno de los peores momentos de la historia de los Estados Unidos pero, si se analiza en profundidad, es evidente que proviene de la extrema riqueza de un minúsculo sector de la población, la pequeña fracción del uno por ciento".

Situación que es el "resultado de treinta años de cambios en la política económica y social. Durante este período, el programa de gobierno se ha modificado completamente en contra de la voluntad de la mayoría para proporcionar ingentes beneficios a los superricos".

Y ha determinado que el ciudadano estadounidense pierda sus expectativas de futuro. "La movilidad social es una parte esencial del sueño americano: naces pobre, trabajas mucho y te haces rico. La idea de que es posible encontrar un trabajo decente, comprarse una casa y un coche, y enviar a los hijos a la universidad… Todo se ha hundido".

El horizonte estadounidense, no hay duda, está muy oscuro, su gris luce envejecido, incapaz de romper el ocaso para que levante vuelo el búho de Minerva. Situación ante la cual Inmanuel Wallerstein ha dicho que ve "guerras civiles en múltiples países del norte, sobre todo en Estados Unidos donde la situación es mucho peor que en Europa occidental, aunque allá también hay posibilidades de guerra porque hay un límite hasta el cual la gente ordinaria acepta la degradación de sus posibilidades".

Y, es que, las clases dominantes y los gobiernos estadounidenses han actuado, y actúan, como si nada estuviera ocurriendo. Los problemas de esa nación los ocultan "debajo de la alfombra". No quieren que se vea la pérdida tan violenta del dinamismo de esa sociedad, "como si esa opulencia arrogante hubiera crecido bruscamente por el efecto de un esfuerzo demasiado intenso: aquel empeño justamente de querer siempre ser el único modelo del mundo".

Pues bien, el sentido común oprimido después de la segunda guerra mundial debido al alto crecimiento del consumo y de la prevención de mayores cantidades de mercancías, como resultado de la segunda revolución industrial, lo que unido al colapso de la Unión Soviética en 1989, la reunificación alemana, entre otros, eran señales de que el capitalismo neoliberal se consolidaba como modelo societal, no fue más que una falsa ilusión.

"La crisis de 2008, el viraje del optimismo tecnológico hacia la amenaza robótica, el retroceso del Estado del bienestar y de los derechos sociales y civiles, el retorno de la guerra con sus desplazamientos de población y sus metástasis terroristas, han volteado también la conciencia del tiempo, que parece ahora detenido, coagulado y cuarteado en su cauce. Hay una percepción generalizada de <> y también de Retroceso…", según el decir de Alba Rico.

Y, ello es así. Porque, son los fundamentos de la modernidad capitalista, como forma de organización social, económica, política y cultural de la sociedad toda los que están en discusión. Hoy sabemos que la construcción de otro mundo, de otra modernidad, que coloque al ser humano, al pueblo, como el sujeto de la misma es posible. Y, además de posible, necesaria.

Al igual de lo que ocurrió con las torres gemelas que fue un "desmoronamiento simbólico"; el sueño americano, el mayor símbolo que esa nación le mostraba al mundo, también se desmorona, no solo simbólicamente, sino estructuralmente. Estados Unidos ya no es el hegemón del mundo, aunque, como ha ocurrido con todos los imperios, no quiera dejar de serlo.

El novelista Douglas Kennedy, en entrevista concedida a la revista Babelia del diario español El País del 2 de abril de 2020, llama a la situación vivida producto de la pandemia del COVID19, "crepúsculo de los dioses virológicos". Kennedy había venido denunciando la irresponsabilidad con que el presidente Donald Trump había asumido el control de la pandemia.

Cansado del bombardeo a que se sentía sometido a través de los medios de comunicación sobre el tema, decidió no oír más noticias, como medida de abstracción del mismo. Confiesa el novelista americano que "hace unos días, rompí mi promesa cuando un escritor amigo mío me envió un mensaje desde Nueva York: Enciende la televisión. Trump está batiendo sus propios récords de locura. Para el novelista neoyorkino, "cuando todos seamos polvo, no me sorprendería que los historiadores del futuro escribieran: Cuando una amenaza viral invisible se extendió por el país a principios de 2020, mostró con despiadada claridad lo moribundo que se había vuelto el tan elogiado sueño americano". Por eso, decimos que: el sueño americano se convirtió en pesadilla.



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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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