La palabra del pueblo es la música más maravillosa


Cuando la expresión popular es un grito estentóreo, que incluye millones de voces, desde lugares y miradas diferentes, que expresan dolores y expectativas de múltiples tonalidades, angustias y proyectos de vida y que en un momento determinado de la historia pueden expresar entonces esas mayorías, habitualmente silenciosas a las cuales todos los dirigentes refieren, pero pocos reconocen a la hora de las decisiones políticas.

En un junio frio que promediaba, un Presidente como Perón, herido por la biología y los embates de una presión incómoda, llamó a combatir la reacción de los sectores de privilegio que hizo auto convocar en forma inmediata a un pueblo ansioso por participar en una épica de lucha, contra un enemigo perfectamente identificado por su conducción, en una Plaza que sería la última con el Líder, pero que escuchó la despedida póstuma, anticipatoria y esclarecedora, como la que había marcado antes “mi único heredero es el pueblo”: “llevo en mis oídos la música más maravillosa, que para MÍ, (remarcando) es la palabra del Pueblo Argentino”.

Esa caracterización de una imagen que quiere ser borrada, que es la del Pueblo como destino común, emparentado en su cultura, su historia, su religiosidad, sus hábitos y costumbres con sus compatriotas, en una Comunidad que siempre está ahí, no siempre comprendida, no siempre convocada, pero siempre invocada aunque no contenida en sus organizaciones libres, que se encadenan desde clubes de barrio hasta centros de jubilados, desde cooperadoras a organizaciones de base políticas y sociales, además de gremiales y mutuales. Toda una organización espontánea basada en la solidaridad social compartida, estructuración necesaria del modelo social solidario de construcción de un destino de Justicia Social.

Entonces cuando se entona la palabra Pueblo, se lo interpreta desde culturas diferentes, con ópticas que incluyen la propia situación del analista y lejana del objeto del análisis, desde un estar situado distinto. El Pueblo es como una orquesta sinfónica en ensayo, suena en sonidos diferentes en su afinamiento instrumento por instrumento, disperso, caótico por momentos, en un carnaval de tonalidades que sólo logra una gran armonía elevando la melodía a niveles oníricos, cuando una batuta maestra consigue una expresión común, con una partitura que nos y los lleva a soñar. Eso es Conducción Política: predicar, que en éste caso sería ensayar y persuadir, que entonces sería corregir defectos armónicos.

Es que siempre es difícil la caracterización a distancia, desde miradas antropológicas o sociológicas, como quien estudia especies extrañas, tratando de comprender la ingeniería íntima de la vida de los Pueblos, sin vivirlos en su cotidianeidad, con sus contradicciones y angustias contenidas. Los barrios son sistemas de convivencia que como comunidad contiene todos los aspectos de la vida cotidiana y que se auto preservan de alteraciones ajenas a sus vidas comunes de trabajo, educación de sus niños, salud en caso de necesidad o preservación con un flujo diario por todos conocido y rutinario. Lo mismos sucede con las organizaciones gremiales y los movimientos sociales, tienen vidas cotidianas que se desconocen por quienes juzgan e interpretan conductas.

Ese escenario natural de las organizaciones libres del Pueblo, no puede ser conducido por “paracaidistas polacos”, que descienden como marcianos a intentar conducir destinos que no conocen. Por lo contrario esa realidad debe ser conducida por los líderes naturales del barrio que se erigen en los portavoces de las necesidades y vicisitudes de su Pueblo. Eso es Comunidad Organizada, a la cual el estado nacional, provincial o municipal deben propender, apoyar, estimular sin falsas especulaciones, menos aún electorales, confiando en la expresión del conjunto del Pueblo para corregir los desvíos de la voluntad popular, que pudiesen surgir.

A lo largo de la historia el Pueblo fue objeto de análisis y caracterizaciones, en muchos casos fragmentando las expresiones populares por categorías sociales y políticas que marcaron el curso de las luchas por la construcción de la identidad nacional. Así como Sarmiento caracterizaba al gaucho como el ser salvaje de las pampas al cual había que eliminar, en complicidad con un Mitre que no sólo avalaba lo mismo, sino que creaba una plataforma inteligente para sostenerlo en el tiempo: el diario La Nación, en la cual escribían desde Martí a Rubén Darío, pasando por Vasconcellos y otros intelectuales de la época, pero con otra ética aunque la misma visión probritánica.
Lugones con su caracterización del guacho épico y dramático, trágico y tanático, hasta Miguel Cané persiguiendo al inmigrante anarquista y socialista que pedía ampliación de derechos, también con un Viñas utópico y lejano, siguiendo hasta un Borges cuya “fatalidad de ser argentino”, decepciona pero no empaña esa pluma majestuosa, aunque eurocéntrica de otras realidades. Estas misceláneas, desde lo literario en la caracterización del Pueblo, son también un homenaje a ese explorador de las emociones íntimas de nuestro tiempo, desde la filosofía que fue el amigo y compañero Horacio González.

En estos tiempos actuales el Frente de Todos es una herramienta electoral que intentó con éxito expresar el Movimiento Nacional que incluye a todos los sectores en sus objetivos primarios: Neoliberalismo Nunca Más. En ese sentido los objetivos estratégicos se fijan en la Descolonización de la cultura y del Estado edificado al servicio de los privilegios de las minorías dominantes, para colocarlo al servicio de los intereses populares, en un tiempo donde se transita “el entre” gramsciano, aquello que no termina de morir y el doloroso parto de lo que n acaba de nacer. El Pueblo hablando en las urnas nos dijo: “por acá no es”, lo cual deberíamos tomarlo con la naturalidad de quienes abren el oído a “esa música maravillosa…” y desde la política y la militancia retomar los sueños, esperanzas y utopías que llenan las mochilas de los compañeros y avivan las expectativas de vida de nuestros compatriotas.
Entonces cuando el Pueblo expresa en una acción concreta una voz, debe ser escuchada pero no solamente cuando grita en un hecho electoral, sino en la militancia cotidiana que construye conciencia, identifica al enemigo, convoca a la lucha por un destino común y organiza la Comunidad. La política es necesariamente confrontación, se enfrenta con decisión plena desde posiciones rotwailer antes que gatitos siameses, siempre confrontación de ideas y en el marco de la paz democrática, pero lucha al fin que debe ser desde una identidad definida, nacional, popular, revolucionaria y latinoamericana, sentados en la mesa con quienes se quieran sentar a discutir desde un concepto común de Patria Matria, pero abriendo los caminos estratégicos que vayan tapizando el modelo social biocéntrico del siglo XXl, que proteja los seres humanos y la naturaleza, vital para la supervivencia de la Humanidad.

JORGE RACHID
PRIMERO LA PATRIA
www.lapatriaestaprimero.org
CABA, 18 de septiembre de 2021
BIBLIOTECA
Horacio González : Restos Pampeanos- Ciencia, ensayo y política en la cultura argentina
Baruch de Spinoza: Ética y Textos Políticos
Eduardo Galeano: Las venas abiertas de América Latina


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1372 veces.



Jorge Rachid

Doctor, y dirigente peronista argentino. Asesor del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Autor de El Peronismo pendiente, El genocidio neoliberal de fin de siglo y Sin Mordaza.

 @elkotur

Visite el perfil de Jorge Rachid para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Jorge Rachid

Jorge Rachid

Más artículos de este autor