Pensar la izquierda. Pensar desde la izquierda

PENSAR LA IZQUIERDA

Hay conceptos que se convierten en elementos conformantes de nuestro ser, de nuestras vidas. Ser de izquierda es, como definición política, uno de ellos. Ser de izquierda, es ser consecuente con los principios y fines que inspiran, y dan razón de ser, a una determinada forma de acción política. Ser de izquierda, por tanto, no es una posición coyuntural, de momento; es parte de nuestra identidad. Ser de izquierda, es un concepto ético, al cual le otorgamos un significado semejante, sin considerarlos sinónimos, al de dignidad. Ser de izquierda es militar en la creencia de que construir una sociedad distinta al capitalismo neoliberal es una necesidad.

Sin embargo, en los últimos tiempos el concepto de izquierda ha sido satanizado, despreciado, desmeritado. El pensamiento neoliberal, en su afán de establecerse como pensamiento único, se ha encargado de ello. Durante más de quinientos años han hecho creer que el capitalismo, no solo es el mejor modo de producir riqueza económica y social, sino el único que puede lograrlo.

En su afán de dominarlo todo, han renovado la discusión en torno de civilización y barbarie. Han querido hacer creer que, no es posible imaginar una civilización distinta a la capitalista, que ello es una utopía irrealizable; que el solo intento de pensar la posibilidad de su edificación nos retrotraería al pasado inculto, incivilizado, bárbaro.

Sin embargo, el tiempo, que actúa en los procesos sociohistóricos como un juez inclemente, se ha encargado de desmentirlo. Nos ha mostrado, y ha demostrado, que la modernidad capitalista neoliberal antes que ser la panacea de los problemas que aquejan a la humanidad, ha sido su generadora. Que el éxito que se abroga dicha modernidad, ha sido más bien una regresión.

Por tanto, adoptar una posición ética, impugnadora y cuestionadora, de la modernidad capitalista neoliberal, es lo que nos define, en este tiempo, como ser de izquierda.

La realidad que hoy se vive en el mundo, donde lo que se cuestiona no es solo un modo de producción sino una forma de civilización, la occidental, nos dice que debemos imaginar un nuevo modo de ser de izquierda. Una manera de ser de izquierda que supere la construida a partir de la edificación generada por la guerra fría, determinada por la conformación de un mundo bipolar. Se trata de estructurar una izquierda que entienda que debemos avanzar hacia la edificación de un mundo multipolar: "de un mundo donde quepan muchos mundos". Necesario es entender que no se trata de sustituir la modernidad capitalista neoliberal por otro modelo de dominación hegemónica.

La izquierda venezolana de estos años aurorales del siglo XXI, no puede ser una reedición de la izquierda heredera de los postulados de la III Internacional Comunista, ni de la Socialdemocracia Internacional. Tiene que ser una izquierda, que entienda que su reconstrucción es un proceso que emana de la realidad que ha venido fraguándose desde 1999, con la aprobación de la Constitución Bolivariana, como Carta Magna fundacional del Nuevo proyecto Nacional. Tiene que ser una izquierda, que entienda que su rol, como clase dirigente revolucionaria, es el fraguado de la Venezuela postcapitalista.

Necesitamos pensar la izquierda venezolana desde una posición que le otorgue un carácter imaginativo y creador; que vaya más allá del cuestionamiento de la modernidad capitalista neoliberal; que, frente a los más ingentes problemas de la nación y del pueblo, no les dé un tratamiento superficial; que no oculte las limitaciones e insuficiencias que hasta ahora ha tenido (y tiene), el proceso revolucionario, con el objetivo de maquillarlo, por muy dura y difícil que estas hayan sido (y sean); que tenga una visión dialéctica de los problemas sociales y políticos, no como una perspectiva mítica, sino como una metodología que nos permita trazar las líneas de acción correspondientes para su superación.

Necesitamos, en definitiva, pensar la izquierda venezolana como un elemento que se constituya en el eje aglutinador de los diferentes sectores sociales, que propugnan la construcción de una Venezuela en donde reine la paz, la esperanza. Con la mirada puesta hacia un horizonte prospero, fraterno; pensarla a partir de una reflexión profunda que nos permita superar las consideraciones tradicionales, desfasadas y de espalda a la realidad nacional que hoy vivimos; que marque una nueva ruta que nos permita obtener mayor fuerza, para seguir avanzando por el camino de la construcción de la Patria socialista.

PENSAR DESDE LA IZQUIERDA

Como dijimos en el artículo de la semana pasada: Seguimos soñando con la edificación de una sociedad para seres humanos; conformada por seres humanos; seres humanos que tengan una relación humana. Por tanto, pensar desde la izquierda significa que lo planteado no es cambiar una iglesia capitalista por una iglesia socialista. Tarea que nos impone, entonces, un pensar distinto. Que no haga del pensamiento occidental su dogma. Se trata de reconstruir una izquierda venezolana que entienda que -su deber histórico- es con la construcción de una nueva forma de vivir, distinta a la Venezuela agroexportadora y a la rentística petrolera. Se trata de sustituir el sistema histórico llamado modernidad capitalista neoliberal, por una forma de vida a la cual llamamos Socialismo del siglo XXI.

Pensar desde la izquierda nos impone imaginar un nuevo modo, una nueva manera de ser de izquierda. La emergencia de un liderazgo revolucionario de nuevo tipo nos dice que, debemos imaginar la conformación de nuevas formas de organización de movimientos y partidos políticos, que superen el tradicional modelo de organización leninista que hemos tenido hasta ahora; que sean capaces de interpretar, y hacer suyas, las aspiraciones, los anhelos, las necesidades y angustias del pueblo. Sería injusto, de nuestra parte, no reconocer que la Revolución Bolivariana ha alcanzado grandes avances en esta tarea; más allá de las limitaciones que les han sido impuestas, y que les ha tocado superar, no hay duda que el poder comunal, como poder del pueblo, constituye una experiencia innegablemente positiva.

Pensar desde la izquierda supone, entonces, que su compromiso histórico está en otorgarle al venezolano la condición de sujeto de su historia. Por tanto, pensar desde la izquierda supone imaginar un quehacer político que trascienda los limites, que "de manera natural", por el propio accionar político les son propios.

Pensar desde la izquierda significa, para nosotros, entender que la Revolución Bolivariana ha entrado en una nueva fase. La cual nos plantea nuevas perspectivas y desafíos para la construcción y consolidación de la Venezuela socialista.

Pensar desde la izquierda, a partir de esta nueva fase, nos impone ratificar el carácter anticapitalista y socialista de la revolución Bolivariana. Profundizar el carácter venezolano de nuestra propuesta socialista. Avanzar en la conformación de los nuevos mecanismos de organización del pueblo venezolano. Consolidar el Estado Comunal, como pilar fundamental del poder popular para el establecimiento pleno de la democracia participativa y protagónica. Romper de manera definitiva con los viejos esquemas y prácticas dogmáticas, que aún sobreviven en el proceso. Dotarnos de una teoría y una práctica que le otorgue a la construcción del socialismo del siglo XXI, un rostro y unos fundamentos de cara al tiempo presente. Redefinir la relación con nuestros aliados; no podemos seguir cultivando una relación melliza con quienes, desde una vocación de secta, pretenden abrogarse la condición de seres inmaculados, únicos dueños de la revolución, que no terminan de entender que las grandes transformaciones sociales, las revoluciones, las hacen los pueblos. Pensar desde la izquierda es, en ese sentido, un proceso de "cambio dentro de una permanencia".



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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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