El exitoso experimento social-sanitario de la COVID-19

Sin duda alguna la pandemia por COVID-19 ha sido un exitoso experimento social-sanitario en el mundo entero: bien planificado y ejecutado con el objetivo de lograr un tremendo impacto en diversos ámbitos de la vida de la humanidad, considerada prácticamente como conejillo de Indias. Las élites, autoras intelectuales de esta aberración sanitaria, lograron nada más y nada menos que confinar a miles de millones de personas, ejecutar otras medidas draconianas y semiparalizar la economía global en nombre de la guerra contra el enemigo de turno llamado coronavirus, acciones que hasta el día de hoy han sido altamente favorables para:

1.- Desarticular en buena medida el tejido y la interrelación social.

2.- Violar derechos humanos a más no poder, y en el proceso golpear con fuerza el espíritu de rebeldía.

3.- Manipular mentalmente y aterrorizar a la humanidad con la idea de un inminente gran peligro para el futuro del hombre en el planeta.

4.- Acelerar la construcción del neoliberalismo global, en perjuicio de la inversión social.

5.- Seguir fortaleciendo a la banca internacional.

6.- Formar un mundo totalitario.

7.-Debilitar aún más la institucionalidad nacional, regional y local.

8.- Profundizar la construcción de la sociedad digital-cibernética.

9.- Llevar a cabo numerosos procesos inmorales y delincuenciales, obviamente contrarios a las necesidades e intereses de los ciudadanos comunes.

En pocas palabras, se hace referencia aquí a un nuevo orden mundial, planificado por la minoría dominante desde hace muchos años en búsqueda de la consolidación del capitalismo global o capitalismo corporativo y de su soporte estructural correspondiente (proceso mal llamado globalización). Un nuevo orden planetario, supranacional, tiránico, que se ha visto impulsado de forma espectacular gracias a un evento de salud que de casual no tuvo nada, y que ha resultado todo un éxito en cuanto a su desarrollo social-sanitario y su elevado impacto en los diversos órdenes. En este sentido nótese como desde marzo de 2020 (cuando fue declarada la pandemia por la OMS), en el marco de la desaceleración de la economía, se ha reducido notablemente la inversión social, han aumentado las privatizaciones de los servicios básicos y se ha ampliado la brecha entre un puñado de ricos y la enorme masa de pobres en el globo, por ejemplo.

De manera que la pandemia por COVID-19 fue declarada como tal en el momento adecuado, como un factor acelerador de la formación de ese nuevo orden mundial ideado por las élites, obviamente favorable a éstas; y vaya si el desarrollo de los acontecimientos a partir de marzo de 2020, ha evidenciado que efectivamente la enfermedad por el coronavirus ha sido, hasta ahora, un notablemente exitoso experimento social-sanitario en favor de los intereses de las élites, útil a partir del miedo infundido a miles de millones de personas (‘conejillos de Indias’) respecto el enorme peligro que representaría el patógeno para la humanidad, y gracias a las consecuentes medidas gubernamentales y pro-elitescas ejecutadas en nombre de la lucha contra el virus en cuestión.

Ahora bien, ¿los ciudadanos comunes del mundo seguirán haciendo el triste papel de conejillos de Indias o reaccionarán para acabar con el experimento del coronavirus y sus terribles consecuencias?, ¿impedirán en el futuro próximo que las élites pretendan llevar a cabo experimentos sociales de diversas índoles, favorables a sus más oscuros y perversos intereses?



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Rubén Alexis Hernández

Licenciado en Historia, Magíster en Historia de Venezuela. Antiimperialista, izquierdista y ateo

 ruhergeohist@yahoo.com

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